Se
acabaron las vacaciones.
Y cuando
se acaban no solo es duro volver a la rutina del madrugón, sino que
necesitaríamos otros dos o tres días extra para poner un poco de orden en
nuestras vidas de nuevo. Al menos yo. Pero bueno, en los tiempos que corren, tenemos
que dar gracias por poder volver a nuestra maravillosa rutina del madrugón, así
que no voy a mencionar nada más sobre eso……zzzzzzzz… ups!!
Este
verano he hecho, como casi todo el mundo, un montón de cosas interesantes y
divertidas, pero la mejor, sin duda, fue la organización del cumpleaños de
Carol.
Hicimos
dos celebraciones: una con la familia y otra con sus amiguitos y profes de la
guardería. De esta hablaré en el siguiente post.
Para la
fiesta con la familia hicimos una barbacoa genial que rematamos con una tarta
“rosa”. Esa fue la única condición que puso Carol para su tarta. No quería que
fuera de Dora, ni de Peppa (tema de la fiesta), ni de Bob Esponja, ni si
quiera de su querida Kitty (lo cual me sorprendió y mucho), solo quería que fuera
rosa. Así que fue rosa. Es que ella es muy “rosa”.
Pero
claro, algo más había que ponerle así que ordené encima de la mesa todos
cuantos cortantes y moldes me había llevado de vacaciones y le pedí que
eligiera los que quisiera para hacer la decoración. Flores, pajaritos y bolitas
fueron sus elegidos. Añadí el nombre para personalizarla un poco, y lista.
El
bizcocho era de vainilla y el relleno de swiss meringue buttercream de
chocolate. El dulce no es algo que le emocione (lo cual será genial para reducir
la factura del dentista en el futuro), así que me decanté por hacerla rica pero
suavecita.
Le gustó
mucho y … ¿veis todas esas florecitas de colores? Pues se las comió todas menos
una que guardó para su prima Ana que no pudo venir a la fiesta. Sí, lo sé,
acabo de decir que no le gusta el dulce pero es que el fondant es de lo poquito
que le gusta, así que ¡cómo vamos a quitarle ese capricho a la niña! J
Hasta
pronto.
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