Cuando
haces una tarta te pueden pasar varias cosas terribles.
Que se te
hunda el bizcocho, por ejemplo. ¿A quién no nos ha pasado? Yo tengo que
confesar que a mí sí. Remedio: controlar los tiempos de cocción, asegurarte de
que el horno está suficientemente caliente, comprobar si la cantidad de harina
de la receta es suficiente…..
Quedarte
corta de crema de mantequilla. Ufff, eso sí que es un problema porque tener que
pararlo todo para hacer un poquito más (normalmente la ley de Murphy dice que
te faltarán solo dos imprescindibles cucharadas ¡¡grrrr!!) es un rollazo y una
pérdida de tiempo. A mi me pone de los nervios porque siempre voy justa de
tiempo. Remedio: hacer la que crees que vas a necesitar y media receta más. Así
no te quedarás corta sino que te sobrará tal cantidad (esto también es una ley
de Murphy) que estarás rellenando magdalenas durante una semana. Con un poco de
suerte tus vecinas y compañeros de trabajo serán buenas personas que te ayudarán
a comértelas todas.
Que se te olvide la cámara de fotos en el coche y te encuentres a las 2 de la mañana gruñendo (en voz baja, claro) y echándole pestes a tu mala memoria porque tienes que hacer las fotos sí o sí y solo tienes el móvil a mano. Con esta tarta me pasó. Y con la del coche también así que espero que no haya una tercera. Vaya desastre.
Hasta
pronto.
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