Esta tarta se parece
mucho a otra que hice hace ya más de un año. En aquel caso era un ramo gigante.
En esta ocasión iba a
ser un ramo también pero por el número de raciones que necesitaba, y para que
no fuera igual que el de hace un año, pasó de ser un ramo a un tiesto de
terracota repleto de hojas y flores.
Lo más dificultoso de
esta tarta fue forrar el tiesto ya que al tener distintas dimensiones en la
parte alta y en la base, es difícil que se quede lisito y no haya pliegues. Como
siempre, el truco es ir ajustando el fondant muy despacito para que se vaya
adaptando a la forma del bizcocho.
En realidad no se
aprecia mucho, pero en la parte alta del tiesto, justo debajo de las flores,
había un rebaje, como habría en un tiesto real, en el que la tierra, que simulé
pintando el fondant terracota con pintura marrón comestible, se veía a través
de flores y hojas. Así también llevaba un puntito de profundidad que, al ver la
tarta al natural, quedaba muy bonito.
Como sabéis l@s que
alguna vez os habéis puesto a estas labores, la elaboración de la tarta llevó
un buen número de horas, pero como siempre, el resultado es tan bonito, que
cuando la acabas y se la entregas a su dueño, sientes que ha merecido la pena.
Hasta pronto.
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